Es que admiraba montañas de colores, azul, amarronado,verde; paisajes inmensos, con música en el eco.
Si la montaña no viene a nosotros tenemos que ir nosotros a ella, dijo, -como Mahoma-.
En su cuarto, encima de la cama había una mole voluminosa, color piel y sábana que , al revés de las otras, fué hacia él.
Quedó hecho una calconomía. Para pegatina o tatuaje.
( Intentando hacer números para la renta, salieron letras)
Era ciudadano del mundo, Africa, Asia, Brasil, Oriente Medio, tanía un harén en cada apuerto.
En un desplazamiento le siguió una de pueblo hispano fijo, para aprovechar el momento en que él quedo cegado por el resplandor de una acercamiento incendiario; así, pasó desapercibida y se metió en medio.
Fueron delicias turcas.
En serio...
Ah si... caminos antaño llenos de vida, se han vuelto como papeles en blanco, que guardamos doblados en el bolsillo, como recuerdo de realdad desgatada. Eran largos recorridos en la tierra, encontrado a las personas que formaban parte de nuestra existencia. Se han vuelto solitarios, frios, vacios. La desaparición de la última persona, pesa por todas.
En una poesía se comparaba el contenido de la maternidad con la luna llena.
Recordó que hay otra forma de materniad diferente, no es imaginada, ni deseada,
pero una vez metidos en ella es la más intensa...
Dura, pero no puedes permitirte estar deprimid@, no tienes la vida vacía, siempre
alguien te necesita , la soledad está descartada, la generosidad segurada.
J. Motis. P.
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