Se define al ególatra, o divo, al que se siente superior, se cree más que los que le rodean y menosprecia a los demás
"Como se indica, el divismo es un problema importante en lo que respecta a las relaciones sociales ya que la persona que mantiene estas características por lo general tiene complicaciones en mantener vínculos normales con otras personas en mayor o menor grado".
Lo mismo puede trascender a grupos o sociedades.
"Esto es así por un lado porque la permanente consideración de sí mismo como un ser superior le hace ver a los demás como inútiles o prescindibles, evidenciándolos, comparándolos y menospreciándolos,...."
Al mismo tiempo, reciben una actitud de rechazo por parte de los demás, pudiendo ser causa de conflictos político sociales cuando se trata de sentimientos colectivos.
"Suelen culpar a los demás de sus propios fallos, no aceptan ser corregidos y cuando se encuentran acorralados, optan por una salida fácil pero infantil (repiten lo mismo que les argumentan a ellos) se enfadan, se ponen agresivos, dejan de hablar,......se cierran en banda y se marchan."
Retrato exacto de los secesionistas, cuya trascendencia es grave para el territorio donde se intentan imponer y para ellos mismos.
La persona divo se cree con esas ventajas pero dificilmente establece una sincera y fluida relación interpersonal y social.
Esta personalidad no esta relacionada únicamente con el poder y el dinero, el origen está en una una educción que le ha configurado en sus convicciones, reforzando su tendencia.
Psicológicamente se interpreta como un problema inseguridad, inmadurez, intolerancia a la frustración y a que le contradigan. Hace cualquier cosa para obtener lo que quieren, no reconocen sus triquiñuelas y giran cualquier conclusión a su favor y protagonismo.
En la manera de tratarlos se recomienda no seguirles la corriente, lo que influiría en magnificarse más y consolidar su problema. No ceder ante la ira e insultos de los que se creen divos.
Hay que hablar claro, sin temor para frenarlos a tiempo, porque las palabras que no decimos, hacen más daño que cuando decimos lo que sentimos, a nosotros y a ellos.
Con razonamientos oportunos algunos pueden reflexionar sobre su
divismo de cartón-barro.
Si persisten en su actitud, los fallos que comenten y su incapacidad para reconocerlos pueden provocar su propia caída.
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